Manuela en Diario La Nación (septiembre 2OO8)

Mujeres de armas tomar

Los siete pecados capitales son como los mandamientos para estas crueles villanas, que oscurecen la pantalla local.

Cuando aparecen, la música se apaga, las luces se vuelven tenues y las únicas sonrisas que sobreviven son las que se regocijan en la desgracia ajena. Sin ellas, las historias de amor no encontrarían obstáculos; todo sería demasiado fácil para los enamorados y demasiado aburrido para el espectador. Las heroínas y los héroes se ahorrarían muertes, envenenamientos, secuestros, embarazos ficticios y lágrimas, un mar de lágrimas.

Las visten con altísimos tacos aguja que repiquetean dejando un eco oscuro por las costosas mansiones que suelen habitar; las pintan exageradamente, con la boca al rojo vivo y los ojos enmarcados en negro. Sin estas frías estrategas, no habría drama ni podría encenderse la pasión que sólo genera el desencuentro, la pérdida y la tragedia. Por eso es que cada novela dedica una especial atención al tratamiento de la antagonista. Dentro del espécimen de las malvadas, las hay para todos los gustos. Isabel Macedo, Gloria Carrá, Virginia Lago, Manuela Pal y Virginia Innocenti se erigen como los nuevos estereotipos de villanas que destilan odio, ambición, venganza y locura en la pantalla actual. Juntas representan toda la gama de malvadas posibles dentro de sus perversos roles.

La arpía sexy. Serena, el personaje que compone Isabel Macedo en Don Juan y su bella dama -que se transmite por Telefé-, se pasea con poca ropa y con los ojos delineados al estilo de Amy Winehouse buscando, sin tregua y sin escrúpulos, acercarse a Juan (Joaquín Furriel). Para eso acudirá a la herramienta más utilizada por las malvadas: el embarazo.

"La verdad es que estoy más sexy que nunca. A Serena le regalo mi alma y no soy muy consciente de lo desnuda que estoy -dice Macedo sobre su osada malvada, la antagonista de Jose [Romina Gaetani]-. En la calle, me dicen: «¡Qué mala más linda!». Me quieren, quizá porque ver a un malo relativamente lindo es bárbaro." Macedo describe a su personaje como un ser sumamente ambicioso y frío. "Es creída, soberbia y egoísta. La estoy matando ¿no?, pero ella me mataría a mí sin dudarlo. Es un personaje para odiar, pero tiene escenas en las que llora con su hijo y ahí uno se compadece. Me presenta una paleta más rica; me permite jugar. Yo la siento mía, pero si Isabel fuera parte de Serena, no me atrevería a decir las atrocidades que ella dispara." Para Macedo, el rol de villana no es ninguna novedad. Ella le puso el cuerpo en Floricienta a Delfina, una de las malvadas más fieles al estereotipo de los últimos tiempos. "Serena no tiene nada que ver con Delfina. La segunda cantaba cuando hablaba y cada mirada, cada entrada y salida suyas eran como una coreografía. Cuando actuaba en Floricienta , los chicos lloraban si me acercaba; era un drama."

La diva ambiciosa. Gloria Carrá es Blanca en Patito feo , una mujer con aires de diva, madre de una de las niñas más virulentas de la televisión juvenil, la capitana de "las divinas", Antonella (Brenda Asnicar). Blanca hará cualquier cosa con tal de captar la atención y el dinero de Leandro (Juan Darthés), hasta mirar con cariño a su antagonista Carmen (Griselda Siciliani). "Me encanta el personaje porque está bastante loca y haría cualquier cosa por estar cerca de Leandro. Al principio, ella sólo quería quedarse con su dinero, pero después se enamoró. Se contradice mucho y miente. Ahora se hizo amiga de su mujer [Griselda Siciliani], pero en cualquier momento vuelve al ataque. Me gusta cuando es mala mala; me divierte más", dice Carrá. "Todos tenemos algo de malos; sólo hay que escarbar y también jugar un poquito. No juzgo a Blanca, la verdad es que la terminé queriendo."

La asesina serial. Virginia Lago, que moldea a la perversa Nené en Mujeres de nadie -que se emite por Canal 13-, asegura que su personaje debería terminar en la cárcel o en un psiquiátrico. Nené lleva su maldad más allá de las clásicas villanas: hasta la muerte. "No es una mujer normal. Tiene una obsesión enferma por su hija. Es una asesina serial y un personaje riquísimo, que abordo desde el lugar del humor", destaca Lago, más acostumbrada a los personajes sumisos y a las heroínas.

"Está desesperada y su instinto le dicta matar a todo lo que entorpezca el amor enfermo que siente por su hija Virginia [Laura Novoa]. En la calle, me llaman Nené y me quieren. Creo que se generó una complicidad con el público. Es divertidísimo", cuenta la actriz que estrena las garras de malvada. Al salir del estudio de grabación, se despega del personaje. "No voy a salir a matar gente por ahí", aclara Lago que dotó a su personaje de tics nerviosos y manías. "Se toca todo el tiempo la oreja. Cuando está molesta, los ojos le titilan fuerte y, ahora, agarra el bastón para amenazar", describe.

La perversa precoz. Entre implantes con microchips y corporaciones secretas se desenvuelve el personaje que compone Manuela Pal en Casi ángeles , la tira de Telefé que causa furor entre los adolescentes. "A Franca me la imagino como un gato negro agazapado, de esos que salen con las garras de noche y que de día dan ganas de acariciarlos", cuenta la actriz que le pone el cuerpo a la perversa joven, empleada de la Corporación Cruz, desde donde su jefe le ordena atormentar a los TeenAngels. "Ella disfruta de matar a un chico, secuestrar a otro, de implantar microchips para tenerlos identificados", detalla Pal. Franca es otra de las villanas que exagera con el delineador. "Es un personaje totalmente siniestro, pero también tiene una sensualidad y una dulzura con la que engañó a todos, haciéndoles creer que era buena", describe, y agrega que los adolescentes "se enganchan" con la onda del personaje. "Armaron un fotolog que dice: «Si no me firmás, te implanto». Los más chicos, en cambio, no se me acercan; huyen para sacarse fotos con los TeenAngels."

La madama oscura. "Nunca dejes para mañana lo que tus enemigos pueden hacer hoy", recomienda Nacha (Virginia Innocenti) a los jefes responsables de mantener a flote la red de trata de blancas, antes liderada por el maquiavélico Astor Monserrat (Jorge Marrale). El intrincado personaje que Virginia Innocenti compone en Vidas robadas , que salta de víctima a victimario en un mismo capítulo, tiene un pasado más que oscuro y un futuro negro.

Con un fino y largo cigarrillo en mano, y desde el sillón que antes ocupaba Astor, ella maldice, grita y da instrucciones. Con su antecedente de madama-proxeneta, Nacha sabe cómo funciona la organización. Ella, que antes merodeaba alrededor de Astor, sirviéndole el whisky y rogándole que resolviera ciertas cuestiones para que no saliera todo a la luz, ahora toma las riendas. En los momentos de mayor desesperación, que son los que abundan en esta novela policial de Telefé que no da respiro, Nacha aprieta su rosario y su boca en un gesto de exasperada tensión. El personaje de Virginia Innocenti es el de una villana que de repente siente culpa, quiere cambiar y alejarse de esa vida que entierra y corrompe a las más jóvenes, pero, como se repite en cada una de las antagonistas, la ambición es más fuerte.